Salones
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Nuestros espacios vitales son algo más que cuatro paredes: son un espejo de nuestro mundo interior. Aquí es donde recargamos las pilas, donde nos relajamos, donde pasamos un tiempo valioso con nosotros mismos y con nuestros seres queridos. Pero al igual que el polvo y la suciedad, las energías invisibles también se acumulan en las habitaciones.
Huellas invisibles de la vida cotidiana
Cada pensamiento, cada sentimiento y cada acción dejan tras de sí sutiles vibraciones. El estrés, las discusiones o las preocupaciones pueden tener un impacto energético en las habitaciones, al igual que las visitas, las tensiones profesionales o incluso los asuntos pendientes del pasado. El resultado: nos sentimos cansados, inquietos o, simplemente, poco cómodos entre nuestras cuatro paredes.
La energía devuelve la ligereza
Cuando limpiamos y armonizamos energéticamente nuestras habitaciones con regularidad, sucede algo notablemente nuevo:
La atmósfera se vuelve más ligera.
Nos sentimos más claros y relajados.
La creatividad, la alegría y la paz interior pueden desplegarse de nuevo.
La habitación se convierte en un lugar de fuerza y seguridad.
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